domingo, 20 de enero de 2013

Educar con el deporte


El público suele tener a veces una  visión un tanto previas del deporte, considerándolo un fenómeno asociado a diversas nociones como “juegos”, “competiciones”, “rivalidades entre equipos”, “enfrentamientos entre adversarios”, “dopaje”, “victorias a toda costa” y “comercialización”. El deporte está adquiriendo una importancia cada vez mayor en nuestras sociedades y en su desarrollo, convirtiéndose en un fenómeno sociocultural que trasciende el ámbito estricto de las instalaciones deportivas, los estadios y los demás lugares en que se practica. De hecho, el auge espectacular que ha cobrado el deporte gracias a los medios de comunicación de masa, la popularidad que ha alcanzado, y su consiguiente capacidad para  atraer a aficionados de muy diverso tipo, hacen inevitable que se tenga cada vez más en cuenta su función educativa.

El deporte desempeña el importante papel que este tipo de educación puede desempeñar, no sólo en el desarrollo cognitivo y físico de los niños y los jóvenes, sino también en el enriquecimiento de la vida de los adultos en el contexto de la educación a lo largo de toda la vida. La educación es un factor esencial del desarrollo y el progreso, y la educación física y el deporte forman parte integrante de la enseñanza de calidad.


En efecto, tanto la educación física como el deporte contribuyen a desarrollar las aptitudes “genéricas” y el potencial cognitivo y físico del niño, proporcionándole así las bases necesarias para su plena realización como persona y su bienestar. Los sistemas educativos son elementos básicos de la construcción del bienestar físico y mental del individuo, al que alude la antigua máxima latina “mens sana in corpore sano” [Una mente sana en un cuerpo sano]


Otro aspecto educativo, tan importante como la contribución al bienestar físico y mental, es el relativo a los valores que transmite e inculca el deporte, por ejemplo:  
• el respeto de las normas; 
• la negativa a admitir las trampas para conseguir la victoria a toda costa;  
• el respeto del vencedor por el vencido y 
reconocimiento por parte este último de que el primero fue el mejor. Estos principios cívicos y democráticos elementales forjan los valores que permiten a la personas vivir juntas en la diversidad, respetando las diferencias. 



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